jueves, 21 de junio de 2012

LAS MUJERES Y SUS ENFERMEDADES



Las mujeres en estos últimos tiempos tomamos una participación más activa en la sociedad y esto les ha hecho cambiar vertiginosamente su ritmo de vida. A la par de ser amas de casa y madres de familia, ahora también trabajan, estudian, y buscan un lugar y reconocimiento en la sociedad al igual que los hombres. Sin embargo, esto incide también en su salud. Conozcamos cuáles son las enfermedades que más les aquejan y cómo prevenirlas.





JAQUECAS: Las jaquecas son cefaleas recurrentes que se presentan dos o tres veces al mes. Es un dolor continuo, intenso, que puede durar varias horas, suele ser acompañado por un estado nauseoso y compromete una u otra mitad de la cabeza. Esta enfermedad se inicia por trastornos en el metabolismo de algunos neurotransmisores o por factores hereditarios.
Para prevenir los dolores de cabeza hay que evitar los estados de tensión emocional y algunos alimentos como el chocolate y el café, además de las trasnochadas si se sabe que pueden provocarla. También hay algunos medicamentos bloqueadores que pueden prevenir la aparición de la cefalea.




PROBLEMAS CARDÍACOS: Entre los factores que pueden desencadenar esta enfermedad común en la mujer, destacan el cigarro, la diabetes, el colesterol, obesidad y antecedentes familiares, es decir, un papá o un hermano que haya tenido un infarto antes de los 55 años, también incide.
Algunos de los síntomas para detectar si una mujer tiene problemas cardíacos son el cansancio o disnea que sufre la persona y un dolor opresivo en el pecho que se presenta con el esfuerzo para subir escaleras, al caminar rápido, al trotar, etc.
En relación al tratamiento en una mujer que ya tiene problemas cardíacos, además de los medicamentos que receta el médico, es fundamental cambiar el estilo de vida como no fumar, caminar más y mantener un peso adecuado. Otra recomendación es evaluarse, sobre todo si tienen antecedentes familiares.
Generalmente, los problemas cardíacos en la mujer comienzan después de los 50 años. Si se produce antes de esa edad es porque ha habido una menopausia precoz, o se removió el útero o los ovarios cuando era joven y eso provoca enfermedades cardiovasculares.



LUMBAGOS: El lumbago es el dolor de la zona lumbar causado por alteraciones de las diferentes estructuras que forman la columna vertebral a ese nivel, como ligamentos, músculos, discos vertebrales y vértebras.
Cerca del 80% de las mujeres padecen dolor lumbar en algún momento de su vida y obedece a múltiples factores, ya que no es una enfermedad, sino un síntoma de alguna dolencia a la columna.
El lumbago se manifiesta con un dolor de espalda, pero también con falta de fuerzas en las piernas, alteraciones de la sensibilidad o de los reflejos, fiebre y deformidades de la columna producto del dolor.
Las mujeres en mayor riesgo de tener lumbagos son aquellas que ya pasaron la menopausia y que sufren de osteoporosis, lo que provoca debilidad en los huesos y fracturas patológicas.




INFECCIONES URINARIAS: Las infecciones urinarias son la consecuencia de una invasión de bacterias y gérmenes a la vejiga y a la uretra. Los síntomas que presentan son un aumento en la frecuencia de la micción, dolor y sangramiento al orinar, y en casos más extremos, fiebre.
La prevención de esta enfermedad común en la mujer es bastante difícil, ya que la mujer tiene la uretra mucho más corta que el hombre, por lo tanto está más propensa a las infecciones urinarias, debido a que los gérmenes que aloja la vagina pueden pasar fácilmente a la cavidad vesical.
Como la actividad sexual está asociada a un aumento en la frecuencia de la micción urinaria, las mujeres que tienen relaciones y aquellas que padecen enfermedades basales como la diabetes, están en mayor riesgo de tener infecciones urinarias.
Son cada vez más frecuentes y se presentan en millones de mujeres; se puede decir que son los males más comunes en la mujer. Pueden darse por hongos, por candidiasis, por contacto de la zona íntima con las heces… Para prevenirlas es bueno no utilizar ropa interior sintética, no darse duchas vaginales, utilizar jabones femeninos especiales, no usar ropa muy pegada y visitar periódicamente al ginecólogo.


COLON IRRITABLE: El síndrome del colon irritable es un trastorno de la movilidad del tubo digestivo, que puede a todos sus niveles, causando grados variables de dolor abdominal, estreñimiento o diarrea, distensión abdominal después de comer. Los síntomas, por lo general, se desencadenan por estrés emocional.
El colon irritable es una enfermedad digestiva que se produce por alteraciones del movimiento del intestino grueso. Su origen se relaciona a fenómenos nerviosos o estrés, factores que desencadenan la crisis. Sus síntomas son hinchazón, ruidos intestinales, alternancia de constipación y diarrea.
Es una enfermedad que por razones hormonales, sociológicas y culturales afecta más a las mujeres por los roles que tienen que asumir. Habitualmente comienza en etapas del crecimiento donde hay un mayor estrés o sobrecarga, y eso se da entre los 15 y 25 años.



PROBLEMAS DE TIROIDES: La tiroides es una glándula ubicada en el cuello y que produce las hormonas tiroideas (tiroxina, tetrayodotironina y triyodotironina), las que en la etapa adulta y joven de la mujer tienen la función de mantener en buen estado una serie de órganos, el tejido de la piel y sobre todo el sistema reproductor.
Los síntomas para detectar si una mujer de entre 25 y 35 años tiene problemas a la tiroides son decaimiento, fatiga, piel seca, uñas quebradizas, trastornos de la sensación térmica, además de la tendencia a engordar y a retener líquido.
Por su parte, el hipotiroidismo se manifiesta por la falta de yodo, lo que produce que la mujer tenga una mayor cantidad de menstruaciones. Sin embargo, para suplir esta carencia se utilizan medicamentos con tiroxina. El hipertiroidismo, en cambio, se da por el exceso de yodo, lo que causa una baja de peso, nerviosismo y temblor en la persona. Para tratar esta enfermedad se deben aplicar radioyodos u operar la glándula.


HIPERTENSIÓN O PRESIÓN ARTERIAL ALTA: Llamada también “la muerte silenciosa” por no presentar síntoma alguno. Factores como la obesidad, el sedentarismo y la herencia, generan esta enfermedad que puede ocasionar infartos y derrames. Un estilo de vida más sano con una alimentación adecuada y mucho ejercicio, más una visita frecuente al médico, pueden prevenir este mal.
Es una enfermedad silenciosa. Sin tratamiento, aumenta el esfuerzo del corazón, acelera el proceso de endurecimiento de las arterias (aterosclerosis) y aumenta el riesgo de sufrir un ataque cardíaco, un ataque cerebral y una insuficiencia renal. Las mujeres que tienen antecedentes de hipertensión, las mujeres de raza negra que sufren de hipertensión y las mujeres con sobrepeso que sufren de hipertensión también tienen un mayor riesgo. Aunque la hipertensión arterial no puede curarse, sí puede controlarse con dieta, ejercicio y, de ser necesarios, medicamentos. La hipertensión es un factor de riesgo que está presente toda la vida y requiere un control eficaz a largo plazo. Eso implica, entre otras cosas, tomarse periódicamente la presión arterial y recibir los medicamentos adecuados.
El embarazo puede provocar hipertensión, especialmente durante el tercer trimestre, pero la hipertensión ocasionada por el embarazo generalmente desaparece después del parto. Esta situación se conoce como «hipertensión inducida por el embarazo». Otra forma de hipertensión que puede presentarse durante el embarazo se llama «preeclampsia» y se acompaña generalmente de hinchazón y de aumento de proteínas en la orina. Las mujeres que tienen antecedentes de preeclampsia corren el doble de riesgo de sufrir un ataque cerebral, de padecer enfermedades del corazón y de presentar coágulos peligrosos en las venas entre 5 y 15 años después del embarazo.


CARDIOVASCULAR: esta enfermedad ya no se considera una enfermedad que afecta sólo a los hombres. Anteriormente, las mujeres típicamente recibían tratamiento menos intensivo para las enfermedades del corazón y se realizaban menos estudios diagnósticos. Por consiguiente, cuando muchas mujeres eran por fin diagnosticadas con enfermedades del corazón, generalmente se encontraban en un estado más avanzado de la enfermedad y su pronóstico era peor. Ahora sabemos que la enfermedad cardiovascular afecta a más mujeres que hombres y representa más del 40 por ciento de las muertes entre las mujeres estadounidenses.

Las mujeres y los ataques cardíacos: Los síntomas de ataque cardíaco en las mujeres pueden ser diferentes de los que presentan los hombres. Muchas mujeres que sufren un ataque cardíaco no lo saben. Las mujeres suelen sentir ardor en la región superior del abdomen y pueden tener mareo, malestar estomacal y sudoración. Como podrían no sentir el típico dolor en la mitad izquierda del pecho, muchas mujeres podrían pasar por alto los síntomas que indican que están sufriendo un ataque al corazón.
Los ataques cardíacos son, en general, más graves en las mujeres que en los hombres. En el primer año después de un ataque cardíaco, las mujeres tienen una probabilidad un 50 por ciento mayor de morir que los hombres. En los primeros seis años después de un ataque cardíaco, las mujeres tienen una probabilidad casi dos veces mayor de sufrir un segundo ataque.
El estrógeno y la enfermedad cardiovascular: Los estudios han demostrado que después de la menopausia, las mujeres tienen un mayor riesgo de sufrir una enfermedad del corazón. Los investigadores han vinculado este hecho a la disminución de los niveles de estrógeno, una hormona femenina, durante la menopausia —un proceso que comienza alrededor de los 50 años de edad—. El estrógeno está relacionado con niveles más elevados de lipoproteínas de alta densidad (HDL o «colesterol bueno») y niveles más bajos de lipoproteínas de baja densidad (LDL o «colesterol malo»). Como la esperanza de vida de las mujeres en los Estados Unidos es de 79 años, las mujeres también pueden anticipar vivir una gran parte de su vida con un riesgo cardiovascular más elevado. Es más, una de cada cuatro mujeres mayores de 65 años de edad sufre de algún tipo de enfermedad cardiovascular.
Los investigadores han estudiado la manera en que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) puede afectar a las mujeres que sufren de una enfermedad cardiovascular. En el ensayo clínico Heart and Estrogen/progestin Replacement Study (HERS, El corazón y el reemplazo de estrógeno/progestágeno), los médicos descubrieron que las mujeres posmenopáusicas que sufrían de enfermedades cardiovasculares y que recibían estrógeno y progestágeno padecían más ataques cardíacos y muertes por enfermedad cardiovascular durante el primer año del estudio que las mujeres que no recibían TRH. Sin embargo, después de cuatro años de estudio, no había diferencia alguna entre los grupos en lo que hace a ataques cardíacos y muertes por enfermedad cardiovascular. Después del ensayo HERS y otros ensayos clínicos, la Asociación Americana del Corazón (AHA) desaconsejó el uso de TRH en las mujeres con enfermedades del corazón.
En el año 2002, una fase del ensayo clínico Women's Health Initiative (WHI, Iniciativa para la Salud de las Mujeres) demostró que las mujeres posmenopáusicas sanas, con útero, que tomaban el tratamiento hormonal combinado de estrógeno y progestágeno no estaban protegidas contra las enfermedades del corazón. La AHA estaba esperando los resultados de este ensayo clínico antes de dar sus recomendaciones sobre la TRH para estas mujeres. Pero se suspendió el ensayo clínico en forma temprana porque el tratamiento combinado de estrógeno y progestágeno demostró aumentar el riesgo de cáncer de mama, ataque cerebral y enfermedad cardiovascular. Por consiguiente, los investigadores del estudio recomendaron que no se iniciara ni continuara ese tratamiento combinado de estrógeno y progestágeno exclusivamente para prevenir las enfermedades del corazón en estas mujeres.
Ahora, los Institutos Nacionales de la Salud de los Estados Unidos (NIH) han suspendido la fase del ensayo WHI que consistía en el tratamiento con estrógeno solamente, tras descubrir que incrementaba el riesgo de ataque cerebral y que no reducía el riesgo cardiovascular en mujeres posmenopáusicas sin útero. Debido a los resultados obtenidos durante esa fase del ensayo WHI, los investigadores recomendaron no emplear el tratamiento con estrógeno solamente para la prevención de las enfermedades del corazón.
Las mujeres deben considerar los riesgos de la TRH y hablar de ellos con el médico. Para los síntomas de la menopausia, la pérdida de masa ósea inclusive, existen tratamientos no hormonales eficaces.
FACTORES DE RIESGO MODIFICABLES EN LAS MUJERES
Las mujeres deben conocer los factores de riesgo cardiovascular y entender la importancia de realizar cambios en el estilo de vida que puedan reducir esos riesgos.
Los factores tales como la raza, la edad y los antecedentes familiares de enfermedades del corazón no pueden alterarse. Sin embargo, otros factores de riesgo pueden modificarse o eliminarse tomando decisiones informadas sobre la salud cardiovascular.
El hábito de fumar: es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. Aunque el número total de fumadores adultos ha disminuido en este país en los últimos 20 años, el número de niñas adolescentes que fuman ha aumentado. Los estudios demuestran que fumar reduce los niveles de colesterol bueno, aumentando así el riesgo cardiovascular. El consumo de cigarrillos combinado con el uso de anticonceptivos orales también ha demostrado aumentar el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o cerebral. Afortunadamente, independientemente del tiempo que hayan fumado y la cantidad de cigarrillos consumidos, los fumadores pueden reducir inmediatamente su riesgo de sufrir un ataque cardíaco si dejan de fumar.
Las mujeres son un 20% más propensa a desarrollar EPOC que los hombres fumadores.
Este estudio, realizado por investigadores del Hospital Brigham and Women's, la Facultad de Medicina de Harvard y la Facultad de Salud Pública de Harvard, en EE.UU., ha hecho un seguimiento a más de 38.000 mujeres libres de diabetes y de enfermedad cardiovascular durante diez años, relacionando sus cifras iniciales de tensión arterial. De los datos se desprende que la obesidad juega un papel muy importante e independiente en el desarrollo de la diabetes, aunque los autores matizan que el incremento no se debe solamente al exceso de peso. Los resultados muestran que el riesgo se triplica desde la categoría de presión sanguínea más alta hasta la más baja para todas las categorías de peso (peso normal, sobrepeso y obesidad).
Los investigadores apuntan que una causa podría ser la interrupción de los procesos bioquímicos normales llevados a cabo por las células que recubren la pared interna de los vasos sanguíneos. La progresión de esta alteración causaría un empeoramiento de la presión arterial y de la glicemia. Este hallazgo estaría relacionado con el síndrome metabólico, que aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes.
Mujeres fumadoras, más riesgo de EPOC
Las enfermedades conocidas en conjunto como enfermedad pulmonar obstructiva crónica, EPOC, afectan más de 600 millones de personas a nivel mundial. Se considera una de las enfermedades crónicas más prevalentes y la segunda causa de mortalidad en China. El tabaco es la causa principal y, según datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, SEPAR, está presente en el 87% de los pacientes de Atención Primaria y en el 94% de los atendidos en Neumología, con una mayor prevalencia, hasta el momento, en hombres.
No obstante, la realidad empieza a cambiar. Las mujeres, que cada vez fuman más, tienen también mayor riesgo que los hombres fumadores de desarrollar enfermedades pulmonares, como el enfisema y la bronquitis crónica, según sugiere una reciente investigación china. Fumar y estar expuesto al aire contaminado por la quema de carbón y otros combustibles en un lugar cerrado son factores de riesgo conocidos de la EPOC aunque, hasta ahora, ningún estudio en China había analizado cómo contribuye el cigarrillo al riesgo de EPOC.
Los investigadores, de la Universidad Médica de Nanking, señalan que las mujeres fumadoras son un 20% más propensas a desarrollar EPOC que los hombres fumadores, aunque el motivo, señalan, no está claro. Los resultados, publicados en "Respirology", también revelan un vínculo, aunque débil, entre el empleo de carbón para la calefacción en invierno y el incremento del riesgo de EPOC en los no fumadores. Sobre todo, en mujeres.
Los niveles de colesterol: también están relacionados con el riesgo cardiovascular de una persona. Los médicos se fijan en la relación que existe entre los niveles de LDL, HDL y las grasas denominadas «triglicéridos», y la relación entre éstos y el nivel de colesterol total. Antes de la menopausia, las mujeres, en general, tienen niveles más elevados de colesterol que los hombres porque el estrógeno aumenta los niveles de HDL en la sangre. Un estudio dado a conocer en la publicación American Journal of Cardiology determinó que los niveles de HDL constituían el más importante factor predisponente para la salud cardiovascular. Es decir, cuanto más elevado el nivel de HDL de la mujer, menor será la probabilidad de que sufra un episodio cardiovascular tal como un ataque cardíaco o cerebral. Pero después de la menopausia, los niveles de HDL suelen bajar, incrementándose así el riesgo cardiovascular. Los niveles de colesterol HDL y LDL pueden mejorarse con dieta, ejercicio y, en casos graves, medicamentos reductores del colesterol.
LA OBESIDAD:  Es un importante factor predisponente para las enfermedades del corazón, especialmente en las mujeres. Una persona se considera obesa si su peso corporal excede en un 20 por ciento o más del peso «deseado» para su estatura y sexo. También es un importante factor predisponente el lugar del cuerpo donde se acumula la grasa. Las mujeres que tienen mucha grasa en la cintura tienen un mayor riesgo que las que tienen grasa en las caderas. En los Estados Unidos, alrededor de una tercera parte de las mujeres son clasificadas como obesas. Un plan de dieta y ejercicio aprobado por el médico es la mejor manera de adelgazar sin riesgo.



La diabetes: Es más común en las mujeres y representa un mayor riesgo porque cancela los efectos protectores del estrógeno en las mujeres premenopáusicas. Los resultados de un estudio demostraron que las mujeres diabéticas tienen un mayor riesgo de morir de una enfermedad cardiovascular que los hombres diabéticos. El mayor riesgo que la diabetes implica también puede explicarse por el hecho de que la mayoría de los pacientes diabéticos suelen ser sedentarios y tener sobrepeso, niveles elevados de colesterol y más probabilidades de sufrir de hipertensión arterial. El control adecuado de la diabetes es importante para la salud cardiovascular. Si cree que pueda tener diabetes, consulte al médico.
Otras enfermedades y problemas de salud: Como el lupus y la artritis reumatoide, también pueden elevar el riesgo de que una mujer sufra enfermedades del corazón. Según las nuevas pautas publicadas por la Asociación Americana del Corazón (AHA), las enfermedades que se asocian con un mayor riesgo cardiovascular deberían incorporarse en la evaluación global de factores de riesgo de una mujer.
La inactividad física: Es un importante factor de riesgo cardiovascular; sin embargo, millones de estadounidenses aún no hacen ejercicio alguno. Muchos estudios han demostrado que el ejercicio reduce el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o cerebral, aumenta los niveles de colesterol HDL, normaliza la glucosa, reduce la presión arterial y aumenta la flexibilidad de las arterias. El ejercicio también ha demostrado reducir el estrés mental. Muchas personas pueden beneficiarse si hacen ejercicio durante 30 minutos por día, por lo menos tres veces por semana.
Los anticonceptivos orales (píldoras anticonceptivas): Pueden representar un mayor riesgo cardiovascular para las mujeres, especialmente aquellas que tienen otros factores de riesgo, tales como el hábito de fumar. Los investigadores creen que las píldoras anticonceptivas elevan la presión arterial y los niveles de azúcar en sangre en algunas mujeres, además de aumentar el riesgo de que se formen coágulos sanguíneos. Los riesgos relacionados con las píldoras anticonceptivas aumentan con la edad. Las mujeres deben informar al médico sobre cualquier otro factor de riesgo cardiovascular que tengan, antes de comenzar a tomar píldoras anticonceptivas.
El consumo excesivo de alcohol: Puede contribuir a la obesidad, elevar los niveles de triglicéridos y la presión arterial, causar una insuficiencia cardíaca y contribuir a un ataque cerebral. Aunque los estudios han demostrado que el riesgo cardiovascular en las personas que beben alcohol con moderación es menor que en los que no beben, eso no significa que los que no beben deban comenzar a hacerlo ni que los bebedores deban aumentar su consumo. Para las mujeres, una cantidad moderada de alcohol sería un promedio de una bebida por día.
El estrés: Se considera un factor contribuyente al riesgo cardiovascular en ambos sexos, aunque los investigadores aún no entienden perfectamente su relación con las enfermedades del corazón. Sin embargo, el estrés puede contribuir a otros factores de riesgo, tales como el hábito de fumar o de comer de más. Muchos factores de riesgo que contribuyen a las enfermedades del corazón pueden controlarse. Dejar de fumar, adelgazar, hacer ejercicio, reducir el colesterol y la presión arterial, controlar la diabetes y reducir el estrés son objetivos que toda mujer puede lograr.
No se ha demostrado que el tratamiento de la depresión mejore directamente la salud cardiovascular, pero la depresión podría influir en que una mujer siga o no los consejos de su médico. Según las nuevas pautas de la AHA, la valoración para descartar la depresión debería formar parte hoy en día de la evaluación global del riesgo cardiovascular de las mujeres.

PREVENIR DESDE LA INFANCIA
Las niñas que consumen poca cantidad de leche durante la etapa infantil tienen más riesgo de desarrollar asma en la edad adulta. El riesgo se acentúa si, además, sufren sobrepeso. Así concluye un estudio canadiense, publicado recientemente en "Allergy", realizado sobre más de 700 jóvenes de ocho a diez años. Algunos estudios ya sugerían que tomar poca cantidad de leche (dos veces por semana o menos) en la infancia predisponía a sufrir sobrepeso, y que el mismo exceso de kilos se asociaba con un mayor riesgo de sufrir asma infantil.
En la investigación, dirigida por Anita L. Kozyrskyj, de la University of Manitoba en Winnipeg, (Canadá), se pone de manifiesto que una ingesta pobre de lácteos y el exceso de peso están, cada uno, relacionados con un mayor riesgo de asma entre las niñas, y cuando los dos factores se unen el resultado es peor. Las niñas asmáticas estudiadas eran cuatro veces más propensas que el resto a sufrir sobrepeso y a tomar poca leche, independientemente de la dieta habitual, el ejercicio físico y el nivel sociocultural de los progenitores.
Los investigadores apuntan como posibles causas que los niños que consumen poca cantidad de productos lácteos presentan bajos niveles de vitamina D, sobre todo si viven en regiones con poca exposición de luz solar. Esta vitamina puede afectar el modo en que las células del organismo responden a la hormona estrógeno. Asimismo, se sugiere en algunos estudios que esta hormona está involucrada en la inflamación de las vías aéreas y que influiría en los síntomas de asma en las mujeres. Este efecto, además, estaría incrementado si las niñas padecen sobrepeso ya que sus niveles de estrógeno son, por norma general, mayores que las de las chicas con peso normal.
INVESTIGACIÓN PARA ELLAS: Desde el Ministerio de Sanidad y Consumo, a través del Observatorio de la Salud de la Mujer, se han destinado 800.000 euros para la investigación científica dirigida al estudio de la salud de la mujer. Esta aportación se enmarca dentro de la convocatoria 2007 de ayudas generales a la investigación biomédica y en ciencias de la salud del Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS). Los estudios pretenden dirimir los distintos factores de riesgo de sufrir enfermedades crónicas asociados a problemas de salud específicos de la mujer, como el cáncer de mama y el ginecológico, las interrupciones voluntarias del embarazo, la efectividad de la atención al embarazo, parto y menopausia, la depresión, la anorexia y la fibromialgia, entre otros.
MUJERES MÁS LONGEVAS, PERO SUFREN MÁS ENFERMEDADES
SALUD: Según un reciente estudio sobre salud y género del Ministerio de Sanidad se señala que entre hombres y mujeres las diferencias sobre su salud son completamente irregulares, en especial en la mujer a la que le afecta más el pasar de los años.
Según la investigación, ellas presentan más enfermedades crónicas que los hombres y tienen una peor percepción de su salud. Eso sí, ellos sufren patologías más graves y presentan mayor índice de mortalidad.
Las mujeres viven 6,6 años más que los hombres, pero tienen más problemas de salud. En especial los padecimientos femeninos más marcados frente a los varones, son sobre todo, a nivel de los músculos y esqueleto, seguidos de dolores de cabeza y aquellos provocados por varices y por problemas psíquicos. Asimismo se tienen los síntomas somáticos sin causa orgánica y los estados depresivos y ansiedad que también afectan con frecuencia a ellas.
Se revela también que las señoras superan a los hombres en cuanto a ingesta de psicofármacos y representan el 75% de los consumidores totales de somníferos o tranquilizantes.
Por otro lado, en cuanto a los fallecimientos a estas edades, el documento indica que la principal causa de muerte son los tumores, en ellas de mama y en ellos de pulmón, así como las enfermedades del sistema circulatorio.
Una de las razones a las que el informe atribuye esta peor salud de las féminas es que la incorporación de la mujer al mercado laboral no ha supuesto para ellas un alivio de las tareas domésticas, todo lo contrario su actividad se triplica.
El 100 % de las mujeres entre 45 y 65 años dedica casi seis horas diarias a las actividades del hogar, mientras que ellos sólo lo hace el 71 % y su dedicación no alcanza las dos horas y media por jornada. Son estas sobre cargas de trabajo las que van mermando la salud de las mujeres, sobre todo en las clases sociales más bajas.
Se tiene entendido que el 84 % de las trabajadoras del hogar, cuya media de edad ronda los 52 años, también están afectas a la merma de su salud. El informe analiza la representación de mujeres y hombres en las profesiones sanitarias, un ámbito que en las universidades y centros de enseñanza está claramente copado por las mujeres, pero que a la hora de acceder al mercado laboral no se ve reflejado.
El 84% de los estudiantes de enfermería son mujeres; el 74% de los estudiantes de medicina entre el 2005 y 2006 también son de sexo femenino y las farmacéuticas colegiadas suponen el 70 % del total. Sin embargo, en los hospitales la mayoría de los profesionales son hombres, al igual que los docentes de las Universidades.
Es necesario recordar que en España hay 10,8 millones de personas en la etapa de la madurez, siendo un 50,56 % mujeres y el 49,44 % varones.

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